La pandemia del coronavirus dejó y tiene dejado muchos impactos en la vida de las personas. De todos los acontecimientos que nosotros conocemos, tal vez el mayor de hechos tenga sido los problemas emocionales. Sabemos muy bien que muchas personas perdieron personas de su familia, amigos, conocido… muchos estuvieron enfermos por cuenta del virus. Si embargo otras perdieron sus puestos del trabajo y sentirán les danos materiales. Durante todo el tiempo las personas tuvieron que adaptarse a nueva rutina. Los chicos no pudieron ir a escuela, las personas más vividas no pudieron salir de sus casas, los empleados tuvieron que trabajar en modo home office porque también no se era permitido la famosa aglomeración de personas. Muchas fiestas, eventos corporativos, citas, viajes, vacaciones tuvieron que ser cancelados. En medio a incertezas, muchos planos fueron cancelados. Por otro lado, con el pasar del tiempo y con el avanzo de la distribución de las vacunas, las personas tienes retomado su día a día. Como ejemplo de muchas mudanzas y adaptaciones que se fueron necesarias, yo trago mi experiencia de estar embazada durante este periodo de pandemia. Hace tiempo que yo tenía planos de embazarme. Pero con surgimiento de la pandemia, decidimos adiar por más algún tiempo nuestros planos. Entonces, en el final del año de 2020, durante todo el tiempo estuvimos juntamente con el médico cambiando pensamientos y opiniones sobre seguir adelante o adiar. Pero nos sentimos seguros y decidimos seguir adelante. De todas las cosas que generan en torno del tema, la salud siempre fue la más importante. Entonces tuvimos que ser más cuidadosos, evitar contacto con muchas personas, hacer aislamiento social siempre que posible y frecuentar lugares esenciales solamente. Por eso, hicimos diversas mudanzas en nuestro día a día para aumentar nuestra seguridad. La más grandiosa mudanza fue el cambio del trabajo en la oficina para el trabajo home office. Normalmente yo estaba acostumbrada a ver las personas, hacer citas presenciales, cambiar ideas, almuerzas juntas y de repente yo precisé adaptarme a una rutina del trabajo solo en mi casa. En el principio fue muy tranquilo, pero con el pasar de los días empecé a sentir mucha falta de la integración con las personas. Desde entonces yo intento hacer otras actividades para divertirme y, dentro del posible, no ficar muy en tediada. Ahora yo ya me vacuné de la primera doce y estoy a espera de la segunda y por en cuanto no tuvimos problemas mayores por cuenta del virus. Con la pandemia yo aprendí a vivir un día de cada vez. Parece algo muy simples, pero para muchas personas es algo difícil para administrar. ¡Ahora estamos llegando al fin del embarazo y luego estaremos con nuestro niño, si Dios permitir! Para ahora o que resta para las personas es esperar y tener paciencia para que a rutina retorne al antiguo normal, donde las personas posan vivir, más tranquilas y retomar las actividades que les dan placer del vivir y contribuyen para la manutención de la salud emocional.
Por Patricia Ueno
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