Por Giovana Rodrigues Castellasi
Me tomé unas vacaciones con un amigo y decidimos viajar a Ouro Preto, nos quedamos en Ouro Preto Hostel, un lugar acogedor que nos dio grandes amistades y muchas risas. Llegamos a última hora de la tarde y por la noche fuimos a un restaurante llamado Komb a comer el famoso puttini, que es una porción de papas fritas con queso derretido y filet mignon, con los huéspedes del albergue.
Antes de comenzar a hablar de nuestros tours, debo informarles que Ouro Preto es una ciudad llena de iglesias, minas, cerros y mucha historia. Nuestra primera parada fue en la Iglesia de Nossa Senhora do Carmo, que está cerca de la plaza Tiradentes en un punto alto de la ciudad, ofreciendo una vista maravillosa de la ciudad. Luego caminamos hacia la Basílica de Nossa Senhora do Pilar construida durante el ciclo del oro y su altar está todo con artefactos de oro. Después de las visitas, terminamos nuestra tarde en Café das Flores donde comemos un delicioso pan de queso.
El segundo día, iniciamos los recorridos con Mina do Chico Rei, una mina angosta, pero con una hermosa historia. Chico Rei era un esclavo que consiguió su libertad y con eso compró la mina, en esta mina trabajaban otros esclavos para poder juntos liberar a otros compañeros, además, con el arduo trabajo de los esclavos lograron construir una iglesia, porque en ese momento los negros y los esclavos no podían asistir a otras iglesias. La iglesia construida por ellos es la Iglesia de Santa Efigênia, que visitamos justo después de la mina. En el camino encontrarás Mina do Jeje, bastante diferente a Mina do Chico Rei, esta mina tiene espacios más amplios y es posible hacer todo el recorrido a pie. Vale la pena visitarlo.
Por la tarde, decidimos tomar un bus e ir a Mariana, un pequeño pueblo del lado de Ouro Preto. Almorzamos en un delicioso restaurante con comida casera, tomamos helados en la plaza y visitamos la iglesia de Nossa Senhora do Carmo en Mariana. Al regresar a Ouro Preto, fuimos a cenar al restaurante O Passo, muy famoso en la ciudad y muy sabroso, pero prepárate para gastarlo porque el restaurante es muy caro.
El último día fuimos a visitar la iglesia de Nossa Senhora do Rosário dos Homens Pretos, que tiene una arquitectura diferente a la que estamos acostumbrados porque su forma es ovalada. Desafortunadamente, debido a la pandemia, no está abierto para los visitantes, pero el exterior es encantador. La última iglesia que visitamos fue la iglesia de São Francisco de Assis que está frente a la feria de la esteatita, material típico de la región donde se fabrican bellos objetos. Vale la pena comprar un souvenir en el mercado. Para finalizar nuestro viaje, fuimos a ver el atardecer, comiendo un buen queso de la canasta, bebiendo vino con música en vivo en A Queijaria.
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